El otro día, en un almuerzo de trabajo, se habló de la crisis.
El tema en sí no merecería una entrada de blog, sino fuera porque queremos dejar clara nuestra particular visión de las cosas.
Nos levantamos cada mañana no sabiendo si tal vez, dentro de un tiempo, tendremos el trabajo que tenemos ahora. Somos una empresa joven, con una estructura organizativa lo suficiente ágil y movible para no tener que sufrir demasiado. Trabajamos como locos, más de lo que sería recomendable, para poder asentarnos, para poder encontrar aquello que llamamos “dimensión”. Confiamos en que nuestros clientes vean que formamos parte de su equipo, que nos involucramos del todo en sus proyectos, en sus problemas, en sus ideas. Creemos que, trabajando intensamente, generamos trabajo y confianza…y esperanza e ilusión.
Esta crisis nos ha tocado a todos. Es distinta, dicen. Es diferente a lo conocido hasta ahora, dicen. Tardaremos en salir de ella, dicen.
Nosotros, evocando a Sócrates sólo sabemos que no sabemos nada. No tenemos ni idea de cuánto tardará el país en levantarse de esta temible situación que nos ahoga y agobia a más de uno.
El otro día, reunida con Oriol Amat, me dedicó su libro Eufòria i Pànic, mientras me decía que él era bastante optimista con la situación actual, que lo importante era ponerse las pilas y dedicarse a trabajar corrigiendo los errores pasados, pero que teníamos que hacerlo entre todos, sin caer en pesimismos y viendo, intentando ver la luz al final del túnel. Añadió que lo peor había pasado seguramente. No pude por menos que sonreír. Le comenté:
“sabes?, eso mismo digo yo, lo que sucede es que mi opinión sobre el tema está basada más en la ilusión y la esperanza que en grandes estudios analíticos al respecto. Pero como soy una chula, a partir de ahora incluiré en el inicio de mi opinión –Oriol Amat y yo, opinamos que…”
Se puso a reír y seguramente pensó que mejor que no lo hiciera pero no dijo nada. Que no se preocupe, soy muy cuidadosa con la gente que respeto. Y además…ya tengo una confirmación nueva de que en esto, como en muchas más cosas, todo depende del color del cristal con el que se mire. Según Nassim Nicholas (El Cisne Negro), hay mucha arrogancia epistémica por ahí.
Por tanto arrogantemente epistémicos o no…recemos (cada uno según su credo) y trabajemos.