Curiosa palabra. Y lo digo con el diccionario de la RAE en la mano. Substantivo de múltiples acepciones.
Como no tengo en versión 2.0 la posibilidad de linkar la definición de cambio si no es en wikipedia vaya el enlace, pero que me sirve igualmente.
Me gustaría fijarme en la acepción “En la astronomía, literatura y filosofía antigua”. No por nada, sinó por fastidiar.
Fijándonos en esa definición, vemos que el cambio es lo contrario a la permanencia.
Siempre hemos tenido miedo al cambio. Hay una frase muy buena (y práctica) que dice si algo funciona…no lo toques. Y no negaré que yo misma la he usado infinidad de veces. Porque me convenía. No soy tonta, aunque viva en Piamalandia.
Pero también es cierto que tardamos en darnos cuenta que las cosas no están funcionando bien. Tenemos una curiosa tendencia a creer que las cosas no van tan mal y que, en todo caso, a nosotros no nos van tan mal “como parece”. Eso es porque leemos los periódicos sentados cómodamente con un rutinario café con leche, en algún kit kat laboral y que, en último extremo, hasta final de mes faltan días y ya veremos….y….he apagado la luz del salón al salir de casa?.
Eso sí, cuando estamos en grupo y alguien lanza el peligroso mensaje de “cómo está el país”….paro 20%, los bancos no dan crédito (yo tampoco a lo que veo, la verdad), esta crisis va a acabar con todo, las empresas cierran, dónde vamos a ir a parar y etc. etc. etc., parece aquello de “el último es tonto y paga la cuenta” y nos ponemos como gallinas en el corral a ver quien cacarea más alto.
Todo eso es cierto. En serio. Yo lo sufro también. Y mi banco me espera, sigilosamente acechando a partir del día 14 el momento fatídico en que me convierta en un “sin-saldo-y-con-vistas-a-ir-a-peor.
Pero seamos honestos. Por nosotros mismos, por moral, por necesidad, por el futuro del país, o sencillamente por favor. Seámoslo.
Las cosas no pitan. No estamos bien. Por tanto, no tengamos miedo al cambio. En la medida en que cada uno pueda participar, cambiemos. Y actuemos.
Esta vida es un teatro, cada uno tiene un papel, pero nadie nos obliga a seguir un guión. No hace falta ser geniales. Sólo, tal vez, ser dignos de nosotros mismos.
Piensa y, si hace falta, cambia.