Hasta que nos pongamos al día, tendremos que hacer varías entradas que no coincidirán cronológicamente, pero hemos tenido un año movido y con poco tiempo para pensar, parar y reflexionar.
En Diciembre del 2008, abrimos oficialmente las puertas de nuestra casa y recibimos a los amigos y a los futuros compañeros de viaje mientras nuestro árbol de Navidad iluminaba los nuevos proyectos y nuestras esperanzas.
Yo que soy de talante morriñoso, romántico, nostálgico y canceriano, mientras brindaba con cava y veía la gente que estaba compartiendo con nosotros ese sentimiento de «es Navidad, que bien que estamos todos y que felices nos sentimos» pensaba en qué nos depararía el nuevo año: un año decisivo.
Un enorme año al que se le intuían muchas, muchas cuestas.
Hoy puedo decir que ha valido la pena. No ha sido fácil. Pero cuando veo de nuevo como luce el árbol y lo bonito que queda…y que cada vez somos más los que brindamos juntos, pienso que sí. Que ha sido un buen año.
Y me guardo un deseo para el siguiente.